La utilización segura y educativa de Internet en las escuelas.
GUÍA PARA DOCENTES
Hay que intentar buscarles solución, ya que el proceso es imparable y el sistema educativo no puede quedarse al margen. Debemos ser positivos y hacer el esfuerzo de incorporar a la acción didáctica toda la potencialidad que nos permiten estos nuevos recursos.
Recientemente, ya han comenzado a aparecer descripciones obtenidas mediante métodos rigurosos de estudio realizado sobre una muestra muy amplia de centros de educación secundaria nos muestra la baja implantación de estos recursos en las aulas y la progresiva brecha que se está abriendo entre la implantación de las nuevas tecnologías en la sociedad y la lentitud con que avanzan en los ámbitos escolares.
En relación con las dificultades que plantea trabajar con Internet elegimos una afirmación de un profesor de un centro de Galicia que creemos resume con mayor precisión y clarividencia las auténticas dificultades que incorpora a la docencia Internet: señala este docente que la principal dificultad radica en que los profesores “sabemos” lo que “tenemos que dar” en clase para que nuestros alumnos “aprendan” (que respondan en un examen), pero no sabemos cómo controlar un grupo de clase que interactúa con una máquina y/o con personas que no están bajo el control del profesor en la misma aula. Nos sentimos perdidos ante unos materiales que no siguen una lógica curricular codificada (el código disciplinar). El alumnado participa igualmente de las mismas rutinas codificadas, y quedan tan desconcertados como el profesorado ante propuestas abiertas.
En la actualidad los centros docentes han aumentado la cantidad de ordenadores disponibles y también son mayoría los que se disponen de conexión a Internet. En este apartado hemos de destacar que predominan los centros que disponen de conexión de banda ancha. Por otra parte, la ratio alumnos por ordenador ha bajado notablemente, a pesar de que no todos los centros dedican todos los ordenadores de que disponen para actividades académicas con los alumnos. Al mismo tiempo la mayor parte de las administraciones educativas han entrado en la estructura de las nuevas tecnologías y no resulta extraño hoy en día que en muchos sitios los servidores institucionales en los más utilizados en la conexión a Internet. También resulta habitual comprobar que la gran mayoría de centros tenga su propia página web y que algunos tengan internet. Es evidente que los cambios que transforman la sociedad actual también llegan a los centros docentes, aunque muchas veces lo hagan de manera claramente insuficiente . Aún así, encontramos situaciones que no han evolucionado mucho en el tiempo, como seria el caso de la ubicación de los ordenadores que continúan estando concentrados en lugares específicos, las aulas de informática, y están poco extendidos por las aulas comunes. O el sistema de organización de la estructura informática que aún sigue estando en manos de un profesor, el coordinador de informática, desbordado habitualmente por las necesidades del centro, que se dedica mayoritariamente al mantenimiento de los aparatos y a ayudar a sus compañeros. La utilización de Internet en las aulas de manera integrada en la tarea cotidiana que llevan a cabo profesorado y alumnado no es una cuestión sencilla. Trabajos anteriores nos han permitido identificar algunas cuestiones que pueden ser consideradas como dificultades objetivas o, como mínimo, sentidas por parte de los docentes. Las que hemos detectado como más habituales son las siguientes:
1. Problemas relacionados con la infraestructura informática de los centros: Esta cuestión no es de menor importancia ya que con ordenadores obsoletos, con malas comunicaciones a la Red o con un mantenimiento inadecuado de las máquinas, lo que las hace inestables y lentas, es muy difícil y casi siempre desalentador el trabajar con este recurso de una manera ágil y satisfactoria.
2. Problemas de tiempo: No siempre es posible disponer de la sala de ordenadores cuando se necesita y, muchos profesores advierten que 55 minutos de clase es corto para trabajar de manera satisfactoria con este medio ya que se pierde mucho tiempo en desplazarse al aula, iniciar el funcionamiento de los ordenadores, solventar los muchos problemas técnicos que suelen surgir, etc.
3. Dificultades en el uso:
a. La organización física del aula, en la que las miradas de los alumnos, generalmente en pequeños grupos, se fijan en las pantallas, hace que el profesor no controle la escenografía habitual de la clase, en la cual las miradas del alumnado convergen en el punto donde se haya el profesor.
b. El seguimiento de la clase es dificultoso ya que el profesor debe acudir de ordenador en ordenador sin poder mantener un ritmo único de la clase. Muchas veces emplea tiempo en solucionar, si sabe, problemas meramente técnicos. No se produce una dinámica controlada, por lo que puede darse la sensación de descontrol o dispersión. Esta sensación se acentúa cuando se descubre que algún grupo de alumnos ha migrado de las páginas objeto de trabajo para acudir a otros lugares de la Red que le atraen más.
c. Como consecuencia del punto anterior, el evaluar el rendimiento, el trabajo y los resultados de los ejercicios es complicado ya que no es posible observar los itinerarios, las lecturas, la interactividad etc., que van desarrollando los distintos grupos de alumnos.
4. Dificultades y dudas en el profesorado respecto al papel que debe otorgarse al nuevo medio:
a. Complicaciones para asumir un cambio de rol del profesorado durante el desarrollo de la clase y en los periodos intermedios. Parece que la experiencia nos indica que con Internet en las aulas el profesorado actúa más como guía de la búsqueda de conocimientos que como el emisor y exclusivo poseedor, junto con el libro de texto, de los mismos.
b. Como lo que ofrece la Red, no es nada por sí mismo, ni tiene demasiado sentido fuera de una actividad que incorpore su uso, que esté diseñada previamente a la visita a la Red, y sea aprovechada en un trabajo posterior. Esta falsa expectativa produce frustración y descrédito del medio, por lo que produce actitudes negativas del profesorado respecto al uso escolar de la Red en horas lectivas.
c. El profesorado que debe incorporar el uso de las nuevas tecnologías a su práctica pedagógica plantea sus serias dudas sobre el tipo de aprendizaje que éstas pueden llegar a fomentar en sus alumnos. Su metodología de trabajo, la presentación activa y atractiva de los contenidos y el alto nivel de independencia por parte del alumno en su proceso de aprendizaje hacen que el profesorado, efectivamente, dude de la calidad del aprendizaje que hasta nuestros días se conseguía por otros medios pedagógicos. En este sentido, muchas veces se contrapone el uso de las nuevas tecnologías con aspectos como el esfuerzo, el estudio personal, la falta de calidad en las evaluaciones al final de un proceso educativo, etc.
Es habitual que en muchas ocasiones los estudiantes estén más familiarizados con la navegación que los mismos profesores. Esta cuestión, independientemente de la inseguridad que suele crear en los docentes que ven como sus alumnos son más expertos que ellos mismos en el manejo del ordenador, también ofrece otros problemas importantes. Nos referimos a la visión que los jóvenes tienen de lo que les ofrece la Red y que suele estar ligada a la novedad, a la vertiginosa velocidad en las secuencias de “clics” y en la costumbre de buscar y encontrar un tipo de contenidos que no suelen tener relación con lo que pueden considerarse conocimientos escolares. Ello significa que el profesorado debe de procurar que el alumno entienda que hay diversos tipos y formas de utilización de Internet y que la que debe utilizarse en clase, sin necesidad de ser aburrida, exige más lentitud de navegación, más espacio para la lectura, y, sobre todo, un replanteamiento de intenciones educativas y de objetivos didácticos al respecto.
USOS Y ACTUACIONES DEL PROFESORADO CON INTERNET
¿Cual es el papel del profesorado en estos momentos y como se adapta a los cambios que imponen la proliferación de las nuevas tecnologías?
Nos encontramos frente a una situación compleja, a la que los estudios anteriormente aludidos aportan datos que nos permiten comprobar de una manera más directa la realidad actual y hacen posible pensar más detalladamente en las líneas de actuación didáctica que se hacen necesarias hoy en día pero también en muchos casos confirman las dificultades que se han enumerado anteriormente.
Una primera aproximación a la formación del profesorado pone de manifiesto que gran parte de los docentes no tiene una preparación alta en el uso de Internet y, en general de las nuevas tecnologías. Algunos, incluso se muestran reacios a experimentarlo por la desconfianza y su confesable falta de destreza en el medio. Y de lo que muchos profesores suelen tener poca o ninguna experiencia es en la utilización de las nuevas tecnologías en el aula con los alumnos. De esta manera en las prácticas educativas que se ponen en marcha con el alumnado, se limitan a dar indicaciones sobre los lugares que deben visitarse o dejarlos que navegaran ellos mismos para ver qué partes de las páginas aprovechan para su estudio y aprendizaje personal.
Pero si de la opinión entre el profesorado parece deducirse que el nivel de destreza que se observa en el uso de la informática suele ser escaso, los datos actuales ponen de manifiesto que una mayoría de profesores y profesoras suelen utilizar el correo electrónico y, el porcentaje de uso de Internet, de manera habitual, llega casi al 80%.
Se puede considerar al profesorado actual como un estrato que, a pesar de tener un conocimiento escaso de Internet, ya ha incorporado a su quehacer algunas aplicaciones básicas, fundamentalmente, la del correo electrónico y las búsquedas en algún explorador de la red de redes.
A partir de estas observaciones puede suponerse que una parte del profesorado está constituido por profesionales abiertos a la incorporación de estos nuevos medios, aunque no cuenten con una experiencia y destreza importante, y sean reacios a incorporarlo, de manera poco segura, en sus formas habituales de proceder como docentes. Podemos reconocer al profesorado actual como capaz de definir su dominio del recurso como de un nivel bastante elemental y centrado en el uso de pocas aplicaciones (procesador de textos, explorador de la red y programa de correo electrónico). El uso del ordenador para comunicarse y navegar por la red no es intenso ni frecuente, pero sería suficiente, desde nuestro punto de vista, para utilizar la mayoría de programas que encontramos en la red.
También hay que destacar la existencia de un grupo de profesores que se pueden calificar de nivel medio, que suelen participar en iniciativas didácticas que destacan más que por su destreza técnica, por su actitud. Y lo más importante es que existe esta actitud abierta a la incorporación de estos medios a su labor profesional. En estos casos, a pesar de esta buena disposición, manifiestan de forma general la falta de suficiente preparación para poder integrar estos medios de una manera satisfactoria en las clases. Se plantea la necesidad de que los docentes tengan una formación previa para poder integrar las nuevas tecnologías en la acción didáctica, sin considerar necesario tener un nivel de experto.
Otro ámbito a considerar en el uso de Internet por parte del profesorado y del alumnado de secundaria y su incorporación en la práctica cotidiana de las clases es que presenta diversas tipologías de utilización. Desde las que van directamente a trabajar temas que se tratan desde las indicaciones que marcan los curriculums oficiales, hasta aquellas que utilizan los recursos de Internet como complemento a alguno de las temáticas que tienen programadas en sus clases.
Respecto a los materiales que el profesorado suele emplear en su enseñanza, los datos indican que la gran mayoría considera el libro de texto como su principal recurso. Tan sólo encontramos un pequeño porcentaje utiliza alguna vez webs educativas en sus sesiones de clase.
La utilización de Internet en las aulas se encuentra con problemas de actualización de los equipos y en otros casos aparecen nuevos problemas. El diseño que tienen algunas páginas web hace que no “corran” bien por determinados equipos, y ello por diversas razones: por los sistemas de prevención de invasión de virus (escudos) que hay instalados en algunos centros; por la exigencia del programa de contar con ordenadores con un grado no exagerado pero necesario, de modernidad; y por la lentitud de las conexiones en los centros, sobre todo cuando hay más de quince o veinte ordenadores conectados simultáneamente. Algunos diseños no ayudan a quitar esta sensación de mal funcionamiento y convierten algunas clases en largas esperas y continuos bloqueos. Esto hace pensar al profesorado que sin unas infraestructuras informáticas de última generación es imposible trabajar con Internet y, con todos los alumnos de un grupo.
Algunas de las incidencias y de las dificultades que marcan y que sin duda tienen su efecto en el momento de introducir el uso de Internet en las clases nos permiten resumir los problemas más evidentes a partir de las actitudes del profesorado en los siguientes puntos:
· La mayoría de profesores tienen pocos conocimientos de páginas web. Si bien es cierto que todos dedican un tiempo de formación personal sobre las páginas antes de enseñarlas a los alumnos, éste no suele ser suficiente como para conocer el recurso a fondo y aprovechar todos los aspectos que allí existen.
· La programación didáctica del profesorado suele estar bastante decidida y establecida por la administración educativa. Debido a ello las experiencias didácticas realizadas con Internet son acciones puntuales y, raramente forman parte de un proceso de enseñanza y de aprendizaje propiamente dicho.
· El acceso al espacio virtual es bastante complicado en la mayoría de centros, porque los equipos informáticos no disponen muchas veces de la capacidad necesaria para abrir todas las aplicaciones informáticas que muchas páginas requieren.